Frits muskiet

Adams Appel 08.01 Pleidooi voor terugkeer naar oervoeding

ResumenLa leche humana se considera el mejor alimento para los bebés y los niños pequeños. Una de las razones está relacionada con su composición específica de ácidos grasos (AG). Aunque algunos científicos tienden a destacar la uniformidad de la leche humana,1,2 Jensen, en su revisión recientemente publicada3, señaló que la gama de contenidos de AF de la leche es amplia y que no hay suficientes datos fiables que muestren los rangos de los AF biológicamente importantes. Hemos estimado la variación biológica de los 27 principales AF en la leche humana madura, utilizando muestras recogidas durante los últimos 25 años en diferentes países.Palabras claveEstas palabras clave fueron añadidas por la máquina y no por los autores. Este proceso es experimental y las palabras clave pueden actualizarse a medida que mejore el algoritmo de aprendizaje.

Frits Muskiet sobre su compromiso con el «oervoeding

Erfan Nur, Dees P. Brandjes, Tom Teerlink, Hans-Martin Otten, Ronald P. J. Oude Elferink, Frits Muskiet, Ludo M. Evers, Hugo ten Cate, Bart J. Biemond, Ashley J. Duits, John-John B. Schnog*, grupo de estudio CURAMA*Autor correspondiente de este trabajo

El estrés oxidativo es importante en la fisiopatología de la enfermedad de células falciformes (ECF). En este estudio piloto aleatorio y abierto se estudiaron los efectos de la N-acetilcisteína (NAC) oral en la expresión de la fosfatidilserina (PS) como marcador del daño oxidativo celular (punto final primario), y los marcadores de hemólisis, coagulación y activación endotelial y la tolerabilidad de la NAC (puntos finales secundarios). Once pacientes consecutivos (diez pacientes con anemia de células falciformes homocigótica [HbSS], un paciente con beta(0)-talasemia HbS) fueron asignados aleatoriamente a un tratamiento con 1.200 o 2.400 mg de NAC diarios durante 6 semanas. Los datos indican un aumento de los niveles de glutatión en sangre total y una disminución de la exposición a la fosfatidilserina de la membrana externa de los eritrocitos, del nivel plasmático

Covid-19 grave: Resistencia a la insulina y a la leptina en el sistema inmunitario.

Muskiet, F. A. J., Muskiet, M. H. A., & Kuipers, R. S. (2012). El fracaso de la hipótesis de las grasas saturadas en las enfermedades cardiovasculares. Dutch Journal of Clinical Chemistry and Laboratory Medicine, 37(3), 192-211.

Muskiet, Frits A.J. ; Muskiet, M. H.A. ; Kuipers, R. S. / El fracaso de la hipótesis de las grasas saturadas en las enfermedades cardiovasculares. En: Nederlands Tijdschrift voor Klinische Chemie en Laboratoriumgeneeskunde. 2012 ; Vol. 37, No. 3. pp. 192-211.

Muskiet, FAJ, Muskiet, MHA & Kuipers, RS 2012, ‘The failure of the saturated fat hypothesis of cardiovascular disease’, Nederlands Tijdschrift voor Klinische Chemie en Laboratoriumgeneeskunde, vol. 37, nº 3, pp. 192-211.

El fracaso de la hipótesis de las grasas saturadas en las enfermedades cardiovasculares. / Muskiet, Frits A.J.; Muskiet, M. H.A.; Kuipers, R. S. En: Nederlands Tijdschrift voor Klinische Chemie en Laboratoriumgeneeskunde, Vol. 37, No. 3, 07.2012, p. 192-211.Resultado de la investigación: Contribución a la revista ‘ Artículo de revisión ‘ Académico ‘ revisión por pares

¿Por qué necesitamos nuestra energía?

En los últimos años, ha quedado claro que la inflamación sistémica crónica de bajo grado es la causa de muchas, si no todas, las enfermedades típicamente occidentales asociadas al síndrome metabólico. Aunque se ha prestado mucha atención al estilo de vida sedentario como causa de la inflamación crónica, se aprecia menos que la inflamación crónica también puede promover un estilo de vida sedentario, que a su vez causa inflamación crónica. Dado que incluso pequeños aumentos de la inflamación crónica reducen el volumen cerebral en individuos por lo demás sanos, la relación bidireccional entre la inflamación y el comportamiento sedentario puede explicar por qué los humanos han perdido volumen cerebral en los últimos 30.000 años y también inteligencia en los últimos 30 años. Revisamos las pruebas de que la falta de actividad física induce una inflamación crónica de bajo grado y, en consecuencia, un conflicto energético entre el sistema inmunitario egoísta y el cerebro egoísta. Aunque la noción de que el aumento de la actividad física mejoraría la salud en el mundo moderno está muy extendida, aquí aportamos una perspectiva novedosa sobre esta perogrullada al proporcionar pruebas de que la recuperación del comportamiento humano normal, como la actividad física espontánea, calmaría la actividad proinflamatoria, asignando así más energía al cerebro y a otros órganos, y al hacerlo mejoraría la salud humana.

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