Disfagia esofágica
Las quejas de disfagia (dificultad para tragar) son frecuentes, especialmente en las personas de edad avanzada. Aproximadamente entre el 7 y el 10 por ciento de los adultos mayores de 50 años tienen disfagia, aunque esta cifra puede ser artificialmente baja porque muchos pacientes con este problema pueden no buscar nunca atención médica.1,2 Hasta el 25 por ciento de los pacientes hospitalizados y entre el 30 y el 40 por ciento de los pacientes en residencias de ancianos tienen problemas para tragar.3,4
Las enfermedades del esófago se encuentran entre las 50 principales razones por las que los pacientes buscan atención médica y, en cuanto a frecuencia, se sitúan junto a problemas como la neumonía, la bronquitis y la otitis media.5 Las afecciones que causan disfagia pueden producir rotura esofágica, déficits nutricionales y neumonía por aspiración. Los pacientes de edad avanzada son los que más riesgo corren de padecer disfagia y sus consiguientes complicaciones, especialmente la aspiración silenciosa.
Aunque ambas afecciones suelen estar asociadas, la disfagia debe distinguirse de la odinofagia (deglución dolorosa). Además, hay que tener cuidado de no confundir el globo con la disfagia. El globo es la sensación constante de un nudo en la garganta, aunque no se aprecie ningún defecto orgánico ni una verdadera dificultad para tragar.
Síntomas de disfagia neurológica
Lesión cerebral traumáticaLas lesiones cerebrales traumáticas pueden provocar disfagia en función de la región cerebral afectada. Las lesiones cerebrales derivadas de un traumatismo suelen ser más difusas que las que se producen tras un accidente cerebrovascular, y las alteraciones cognitivas suelen ser prominentes dependiendo del lugar y la gravedad de la lesión.
La disquinesia tardía es el tipo más común de trastorno inducido por la medicación y es el resultado del bloqueo crónico de los receptores de dopamina que se asocia generalmente a los fármacos neurolépticos. Puede ocurrir hasta en un 20% de los pacientes que reciben neurolépticos. Los síntomas neurológicos incluyen el movimiento repetitivo de la parte inferior de la cara, los labios y la lengua (discinesia orobuclínica), y el movimiento del tronco y la pelvis. Los síntomas pueden ser reversibles si se identifican a tiempo y se cambia la medicación por otros más nuevos, como Risperdal, que no produce estos síntomas.Cirugía inducidaLa cirugía que afecta al cuello, como la cirugía de la columna cervical y la endarterectomía carotídea, puede producir disfagia generalmente debido a la manipulación de los nervios craneales. El abordaje anterior que se utiliza frecuentemente con la fusión cervical produce disfagia con más frecuencia que el abordaje posterior.5 La disfagia, que a menudo coincide con la disfonía postoperatoria, es el resultado de la retracción y la lesión por estiramiento de los nervios craneales. En general, la fusión cervical anterior puede dañar el plexo faríngeo. La lesión de los nervios craneales séptimo, décimo y duodécimo puede producirse con la endarterectomía carotídea, ya que estos nervios están cerca de la bifurcación carotídea. El edema postoperatorio también puede contribuir a la disfagia.
Esperanza de vida de la disfagia
El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS) y otros institutos de los Institutos Nacionales de la Salud llevan a cabo investigaciones relacionadas con la disfagia en sus clínicas y laboratorios y apoyan investigaciones adicionales mediante subvenciones a las principales instituciones médicas de todo el país. Gran parte de esta investigación se centra en la búsqueda de mejores formas de tratar la disfagia.
Tener problemas para tragar (disfagia) es un síntoma que acompaña a una serie de trastornos neurológicos. El problema puede producirse en cualquier fase del proceso normal de deglución, cuando los alimentos y los líquidos pasan de la boca a la parte posterior de la garganta, pasando por el esófago y llegando al estómago. Las dificultades pueden ir desde la incapacidad total para tragar hasta la tos o el atragantamiento porque la comida o el líquido entran en la tráquea, lo que se denomina aspiración. Cuando la aspiración es frecuente, la persona puede correr el riesgo de desarrollar una neumonía. Los alimentos pueden quedarse «atascados» en la garganta o las personas pueden babear porque no pueden tragar la saliva. Las afecciones neurológicas que pueden causar dificultades para tragar son: el ictus (la causa más común de disfagia); las lesiones cerebrales traumáticas; la parálisis cerebral; la enfermedad de Parkinson y otros trastornos neurológicos degenerativos como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA, también conocida como enfermedad de Lou Gehrig), la esclerosis múltiple, la parálisis supranuclear progresiva, la enfermedad de Huntington y la miastenia gravis. La distrofia muscular y la distrofia miotónica van acompañadas de disfagia, que es también el síntoma cardinal de la distrofia muscular oculofaríngea, un trastorno genético raro y progresivo.
Causas de la disfagia
Durante el primer contacto del examinador con el paciente, debe elaborarse una historia clínica detallada. El examinador obtiene una impresión general del estado del paciente, su vigilancia y cognición, su capacidad de comunicación y el cumplimiento que se espera de él durante el estudio diagnóstico posterior. Además de la conciencia del paciente sobre el trastorno (que suele estar disminuida, por ejemplo, en el caso de un déficit sensorial oral y/o faríngeo pronunciado), estos factores son criterios pronósticos importantes e igualmente relevantes para la evaluación de la capacidad terapéutica del paciente. Si el paciente no puede proporcionar información por sí mismo o la autopercepción es limitada, los familiares son la fuente de información más importante. También es indispensable revisar la historia clínica, especialmente en lo que respecta a los problemas de deglución y a los resultados de las intervenciones diagnósticas o terapéuticas anteriores. En la entrevista estructurada debe recogerse información sobre los siguientes puntos:
Recomendación 4: La evaluación de un resultado negativo del cribado debe hacerse en el contexto de otras variables clínicas. Si éstas indican un mayor riesgo de disfagia, debe realizarse una nueva evaluación de la disfagia a pesar de que el cribado no haya sido positivo.